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Y es que llevamos unos días que este bendito país se está cubriendo de gloria. Vamos por partes, como dijo el forense:

Empezamos con el tema del secuestro de la revista El Jueves: no sé qué me parece más patético, si la actutid fascistoide tomada por el juez de turno con la policia encautando todos los ejemplares de El Jueves de los quioscos, clausurando su web y cerrando la redacción o que en este país la imagen de dos personas copulando, aunque sean caricaturas de miembros de nuestra "honorable" y "queridísima" familia real, se considere soez. No sé, de verdad, el acto amatorio, sea cual sea su forma y/o posición no la calificaría yo como soez. Más soez me parece irse a Rusia a matar osos borrachos ¿o no? Este país no puede negar que tiene un estigma católico con el permanente sentimiento de culpa sobre todo lo que tenga que ver con cualquier actividad sexual. Y si esto ya lo unimos a la intocable familia real apaga y vámonos... salen todos los fantasmas del pasado de golpe. Afortunadamente los tíos de El Jueves son unos genios y han retratado en una nueva portada una imagen metáforica y edulcorada de cómo se tienen que explicar las cosas en este país para que no nos escandalicemos, como a los niños pequeños, vamos.... "papá pone una semillita en mamá..."

y seguimos con los despropósitos:

Leo en las noticias hoy: "Un juez retira la custodia de sus hijas a una mujer porque es lesbiana", pero lo cachondo ya no es el titular en sí, ni el hecho de que obligue a dicha mujer a elegir entre sus hijas o su pareja... no... lo cachondo son algunos de los extractos del auto que podéis leer en la noticia a la que referencio. Parece ser que alguno por el hecho de haberse sacado unas oposiones se puede dedicar a impartir moral martillo de madera en mano. Pero que se puede esperar de un personaje cuyos libros de cabecera son la Biblia y "el camino" del amigo Escrivá de Balaguer (reconocido por él en una entrevista a El País hace unos años al ser otra vez noticia cuando mandó detener a dos nudistas porque se sintió ofendido por ellos). No, no os confundáis, si a mi me da igual, pero como que una persona que actúa en el nombre de la justicia debería tener unas miras un poco más amplias que las ofrecidas por, otra vez, nuesta amiga la Iglesia Católica. Afortunadamente parece que este ser está siendo investigado.

Y por acabar hoy ya con esta serie de despropósitos me hago eco del incidente del padre que corrío con su hijo menor los encierros de San Fermín. Podría estar horas y horas, y escribir bytes y bytes sobre la fiesta taurina, lo rancia que es, lo salvajemente brutal que me parece y la repugnancia que me despierta. Pero no, me voy a centrar en el capullo, porque no tiene otro nombre capullo, que es capaz de poner en peligro la seguridad de un crío en frente de un toro porque él tiene la respetable afición de jugarse la vida delante de los astados. Pero lo más patético no es esto, no... lo más patético fue el homenaje en Las Ventas, plaquita conmemorativa incluida, al pobrecito capullo por los desagravios cometidos contra el pobrecito papaito. Esos 10000 que le ovacionaron se definieron a ellos mismos en el mismo momento que se pusieron en pie a aplaudir. Y son igual de capullos que el padre y que el capullo de la nueva portada de El Jueves. Os habréis quedado a gusto...