Adrenalina

Ayer fue un día largo, muchas cosas y muy diversas. Empezó con unos temas médicos y unas pruebas de las que ya os hablaré otro día con calma. La tensión a lo desconocido sube la adrenalina y el tono muscular... una forma de entrenamiento oculto :-) Ya de vuelta uno tras, otro los incidentes varios que os reflejaba en mi post anterior y que sacan lo peor de uno mismo... y más adrenalina generada pal cuerpo. Voy al curro y de vuelta con la tensión de un proyecto nuevo del que estamos en puertas para su salida. "Habla con éste"... "esto no funciona"... "el proveedor no tiene comunicación"... "ahora sí"... de todo menos relax. Más adrenalina.

Me piro a casa, a por el enano, y de paso a ver los últimos retoques de mi recién instalada cocina (sí, ya por fin) y su encimera de granito warwick.

Cuando llego a casa... juego un rato, doy de cenar al peque y pasadas las 21h viene Nuria. No me lo pienso, necesito aire y despejarme. Estoy cansando, pero da igual, me bebo una ColaCola, me visto y salgo a correr.

Correr sirve como catalizador para muchas cosas, fundamentalmente para despejar ideas y desconectar un poco la cabeza. Pero ayer lo fue un poco más. Toda la adrenalina acumulada en el día salió por los poros de mi piel ayudada por el subidón cafeínico de la CocaCola (tendríamos que hablar largo y tendido sobre los efectos dopantes de este producto). No podía parar de correr, no quería parar de correr, la calle era sólo para mi y no había conductores gilipollas, ni viejas maleducadas, ni consultas de médicos ni nada... sólo mis piernas, el frío de la noche y el eco de mi respiración en el silencio.

Llegué a casa 15kms después, con una paz interior infinita. Esta noche he dormido como un lirón.