Monday, June 15, 2009

Cantabria

Ya sabéis de mi predilección por tierras cántabras. Viví en Reinosa hasta los tres años y aunque apenas tengo recuerdos de esa época algo ha quedado en mi interior que hace que sienta algo especial cada vez que voy para allí. He recorrido sus carreteras en coche en numerosas ocasiones y he pateado y corrido por sus caminos en otras tantas. Pero estos últimos cuatro días han tenido una diferencia con el resto de las otras veces que allí he estado: la bicicleta.
Cuatro días de salidas cortas pero intensas, cortas porque no había tiempo, había que madrugar y no fastidiar las vacaciones a la familia con lo que antes de las 8 ya estaba dando pedales e intensas porque aquí los kilómetros cunden que da gusto. Y ha habido de todo, desde kilómetros por asfalto roto con cuestas que te hacían recordar que igual habría que pasarse al compact, pasando por valles interminables en los que es difícil mantener la concentración y no dejarse llevar por el ruido del agua bajando entre las piedras. Puertos cortos pero de los que te quiebran la respiración y puertos largos de 20 kilómetros todos, uno detrás de otro, para mi solito. Kilómetros lentos luchando contra las piernas dormidas y las carreteras recién puestas y kilómetros desgastando el 53.

Y si a esto le unimos las excursiones a la playa, a la montaña, disfrutar de la comida con el hambre que dan los pedales, disfrutar de sus pueblos en fiesta, las conversaciones sobre bicicletas con los locales y, sobretodo, de la felicidad que da ver cómo disfruta tu hijo pues para qué pedir más
Eso sí he vuelto exhausto :)

1 comment:

vsblanco said...

Es que ahora es cuando hay que ir para allá, a finales de junio, primeros de julio, que los dís son largos y hay menos posibilidades de que llueva.

Buenas anchoas por aquella tierra :-)